sábado, 2 de abril de 2016

"ENTRE EL FIN Y EL PRINCIPIO"

ACTO I

En los jardines de Versalles estaba sentada una persona, desconocida a los ojos de los habitantes del palacio de Versalles. Esta persona tenía un atuendo elegante, pero no adecuado para el tiempo del día ni la ocasión. Ese día, 16 de octubre de 1839 se celebraba el nacimiento del hijo del rey Francisco III. El rey, como todos los monarcas de esa época, estaba emocionadísimo. Después de haber tenido 3 hijas nació al fin un varón. Todos venían a la celebración, desde el duque de Inglaterra con su esposa hasta la realeza de Italia. Vestidos en trajes exuberantes, los vestidos largos y lujosos de colores cálidos, como amarillo dorado, rojo, etc. Estaba por dar las cuatro del día, el sol todavía estaba ardiendo. Muchos de los invitados estaban cargando pequeñas sombrillas y haciendo uso intensivo de sus abanicos. Platicas avivadas, grupos grandes caminando por los jardines. Pero entre toda esa gente, había una persona que se estaba comportando de una manera distinta. Rondaba desapercibidamente por ahí. También portaba un atuendo elegante, pero modesto. Era un vestido de color negro, la parte superior de encaje con manga larga y la falda  llegaba hasta el piso, al igual que los demás vestuarios de los huéspedes, pero pegado. Tenía un sombrero chico con una red colgando que le cubría la cara. Tenía los labios pintados de color carmín y la tez pálida. Era lo único que se percibía detrás de la red. Extrañamente, en vez de ir libre, con las manos desocupadas a excepción de la sombrilla, estaba cargando una canasta grande que se veía pesada aunque no se veía su contenido.

La celebración del hijo, heredero al trono, que nació hace exactamente dos semanas, se ha esperado desde hace 9 meses y han estado haciendo los preparativos desde el mismo día que nació él bebe, es decir, el día que se supo que en efecto era de género masculino.

En la mesa había una gran variedad de frutos: uvas, grosellas, frambuesas, litchi, mangos. Habían de los vinos más finos, desde Cabernet Sauvingon, Pinot Noir, Chardonnay, etc. Había pate de foi, caviar, pierna de cordero, entre otras delicatessen. La sala de la comida aún estaba vacía, solo estaba la madre del hijo del rey, y el hijo: Lucas. La madre, Esmeralda Cortez de Castilla,  una mujer de rasgos no muy agradables, pues los genes de su familia no eran muy buenos por haber practicado la  endogamia. Tenía la mandíbula exageradamente prominente. Y en su familia ya tenia parientes que sufrían la hemofilia. En el niño no se notaban rasgos de deformación, y tampoco se sabía si tenía alguna enfermedad hereditaria. La madre lo estaba viendo con ojos de ternura.

De pronto se empezaron a escuchar las risas de los huéspedes acercándose a la sala donde procedía la cena. El niño estaba dormido. Esmeralda, una mujer dura que se le había estremecido el corazón al solo pensar que la pobre criatura puede ser despertada por los invitados excitados. Agarro rápido al bebe y se lo llevo a su cuarto acostándolo en la cuna. Le dio un beso de despedida y bajo a recibir a los invitados. Todos entran alborotados saludan y se sientan, listos para disfrutar una rica cena. El rey y la reina, claro estaban sentados en la cabeza de la mesa, la reina del lado derecho del rey.

La mujer del vestido negro no estaba presente en aquella mesa. Una persona preguntó sobre aquella mujer misteriosa, y se descubrió que, aunque todos la habían visto y percibido la belleza que radiaba, nadie la conocía. Levantaron los hombros, y sin darle importancia, tomaron otros temas de conversación.

Después de una plática muy animada y al vaciar los platos en la mesa, todos los invitados pedían ver al hijo.

“Yo voy por él, en seguida bajo” – contestó Esmeralda a las peticiones de los huéspedes. Subió galopando, llena de felicidad para ver a su Lucas.

La madre regresó con el semblante abatido, no traía al bebé con ella. La sala se sumergió en un silencio profundo. Nadie tenía idea de que es lo que sucedía, pero todos percibieron que algo había ocurrido.  Con una voz turbada le pidió al marido que la acompañase al cuarto. El rey frunció el ceño. No comprendía. Se levantó y siguió a su mujer. Los huéspedes empezaron a susurrar entre si, cuando de pronto se escuchó como se rompió un cristal. Al rey se le cayó su copa de vino. Estaba aturdido. De pronto se escuchó el llanto de la mama. De la famosa Esmeralda Cortez,  la señora dura como una roca, despiadada como Robespierre, estaba soltando lágrimas. Todos entendieron que esa noche había acabado para ellos y apenas empezado para los anfitriones de la casa.

Lo que ocurrió es que habían cambiado al bebé. Todos los bebés se parecen entre sí, pero con este era claro que lo habían cambiado. Definitivamente alguien se estaba burlando del rey malamente. El bebé que yacía en la cuna era una niña, no un varón…

ACTO II

Pasaron 6 meses, las búsquedas infructíferas habían cesado. Se había dado por hecho que la responsable de lo sucedido, o al menos quien formaba parte de eso era la mujer misteriosa vista en los jardines del palacio. Sin llamar la atención de nadie, pero a la vez vista por todos. El problema era que nadie tenía idea quien era. Nadie ha visto aquella faz nunca. Por estar todos ocupados contándose historias y chistes, ningún invitado vio el rostro apropiadamente. Solo había una breve descripción del vestido y la complexión de la muchacha.

Un año después todo había regresado a su lugar. La reina Esmeralda seguía teniendo un peso en el corazón, pero no lo mostraba. Tenía suprimido el pequeño recuerdo de unos cuantos días con su hijo. Estaba embarazada de nuevo, con el próximo posible heredero al trono.

ACTO III

Era muy temprano y el rey ya estaba fuera de la casa. Fue de cacería. Era primavera y muchos animales habían salido de sus guaridas. Mucha gente lo acompañó acazar, dos compañeros suyos, consejeros de la orden, y otros 3 caballeros que estaban de visita en el palacio. Las esposas se quedaron charlando y tomando el té en el jardín del castillo.

Fue una caza muy exitosa, aparte de obtener varias liebres y pájaros, también tuvieron la suerte de encontrarse un venado, a cual le lograron dar un tiro. Al verse el cielo oscurecer, terminaron la cacería y unos minutos después ya iban de regreso al castillo. A mitad del camino, los 5 amigos se separaron, tres se fueron al castillo y el rey con su consejero y mejor amigo, Fernando decidieron ir al centro de la ciudad.

 “Hoy vamos a comer exquisito! Tengo nuevos camareros contratados, a ver como logran preparar el venado” – dijo el rey, animado.

“Espero que si pues ya estoy muriendo de hambre. ¿De donde son los camareros? Hay una provincia donde los preparan pésimo! En vez de cocerlos los cuelgan al sol y dejan que se cuesca así por días. La carne se echa a perder así, ¿no crees?”

“No lo sé querido amigo, yo no me he fijado las formas para preparar comida. ¿Por qué pierdes tu tiempo en eso? Ja – ja – ja”

“Ja – ja. Usted tiene razón mi rey.  Pero me encanta comer, eso si. Ja – ja.”

Así siguieron platicando los dos amigos, de toda tontería que se les venía a la cabeza. Pasa una joven al lado de ellos con unas verduras que había comprado.

“Mira a esa belleza, a veces no entiendo porque me casé tan temprano…” – el rey estaba a punto de comenzar a bromear cuando de pronto sucedió algo inesperado. Los dos amigos fueron rodeados de un aroma muy atractivo que hizo voltearlos a ambos. Al mirar a la bella mujer que acababa de pasar, ambos amigos sintieron un escalofrió. El amigo se hecho a perseguir a la mujer que, claramente, era la misma que la de 16 de octubre, pero entre tanto gentío era difícil moverse, y después de un rato, la perdió de la vista. Mientras tanto el rey no se había movido. Se puso pálido como la neblina, todo se le turbó ante los ojos. Se quedó paralizado unos cuantos minutos. El amigo, regreso corriendo, con la respiración incontrolada. Fernando no entendía que le pasaba al rey. Era demasiado rara la influencia en el rey que provocó aquella aparición. En vez de hacer algo el rey no movió ni un dedo. En vez de perseguirla, se quedó tieso, como el tronco de un árbol. Era obvio que había visto más de lo que quería ver. ¿Vio algo que el amigo no alcanzó ver? O tal vez, sabe algo que nadie más sabe? Si. Mas aun, era su conciencia hablando.

Fernando, impactado por la inmovilidad del rey, se impactó aún más d el hecho que el rey le pidió que no contara a nadie lo que acaba de ver. El amigo iba a oponerse, pero la voz y el estado del rey lo convencieron a aceptar la petición.

Ya estaba oscureciendo cuando regresaron a la casa. El venado ya estaba listo y todos ansiaban que ya empezara la cena, solo esperaban al rey con su amigo. En cuanto llegaron, todos fueron a cenar. El rey estaba más callado que nunca.

La cena fue interrumpida por el maître, que trajo una carta a Esmeralda. La reina la abrió y la leyó instantáneamente. Su semblante, fue cambiando pánico y  odio.

“18 de noviembre de 1840Esmeralda Cortez de Castilla:Mis más honorables saludos a usted, Fernando y su esposa y a los demás que los están acompañando en la mesa. Al ver la felicidad con la que ha vivido el rey este tiempo sin importar el acontecimiento que la ha matado a usted moralmente, no me deja de otra más que revelarle la verdad. El rey, su esposo, la ha engañado constantemente. Ha tenido amantes a sus espaldas. Supongo que es  común en la realeza y tal vez tan común que ya no se le presta atención. Y a mí no me importa ni me afecta si solo hiciera eso. Pero para asegurar que nadie se enterara que tiene amantes, las ha mandado a matar a todas.  Incluyendo a mi hermana. Yo fui quien se llevó a su hijo y le dejé a la hija de una criada que no podía mantener a su bebé. Para que me crea, dentro del sobre se encuentra una fotografía del rey y mi adorada hermana. Yo solo quería que el rey sintiera lo mismo que sentí yo al perder a mi hermana. Y la peor pérdida que puede tener el rey es su reputación. Así que, con cabeza en alto y satisfecha de esta carta, me despido. Suerte con su marido”



Así, entre el fin y el principio puede suceder poco o mucho. Y sin importar eso, nunca se sabe cuando llego el fin. Por ejemplo el cuento ha llegado a su fin, pero la historia no. El hijo Lucas será reconocido años después gracias a su resaltante mandíbula. Tendrá 18 años y legalmente puede tomar el trono. 

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