ACTO I
En los jardines de Versalles estaba sentada una persona,
desconocida a los ojos de los habitantes del palacio de Versalles. Esta persona
tenía un atuendo elegante, pero no adecuado para el tiempo del día ni la
ocasión. Ese día, 16 de octubre de 1839 se celebraba el nacimiento del hijo del
rey Francisco III. El rey, como todos los monarcas de esa época, estaba emocionadísimo.
Después de haber tenido 3 hijas nació al fin un varón. Todos venían a la
celebración, desde el duque de Inglaterra con su esposa hasta la realeza de
Italia. Vestidos en trajes exuberantes, los vestidos largos y lujosos de
colores cálidos, como amarillo dorado, rojo, etc. Estaba por dar las cuatro del
día, el sol todavía estaba ardiendo. Muchos de los invitados estaban cargando
pequeñas sombrillas y haciendo uso intensivo de sus abanicos. Platicas avivadas,
grupos grandes caminando por los jardines. Pero entre toda esa gente, había una
persona que se estaba comportando de una manera distinta. Rondaba desapercibidamente
por ahí. También portaba un atuendo elegante, pero modesto. Era un vestido de
color negro, la parte superior de encaje con manga larga y la falda llegaba hasta el piso, al igual que los demás
vestuarios de los huéspedes, pero pegado. Tenía un sombrero chico con una red
colgando que le cubría la cara. Tenía los labios pintados de color carmín y la
tez pálida. Era lo único que se percibía detrás de la red. Extrañamente, en vez
de ir libre, con las manos desocupadas a excepción de la sombrilla, estaba
cargando una canasta grande que se veía pesada aunque no se veía su contenido.
La celebración del hijo, heredero al trono, que nació
hace exactamente dos semanas, se ha esperado desde hace 9 meses y han estado
haciendo los preparativos desde el mismo día que nació él bebe, es decir, el día
que se supo que en efecto era de género masculino.
En la mesa había una gran variedad de frutos: uvas,
grosellas, frambuesas, litchi, mangos. Habían de los vinos más finos, desde
Cabernet Sauvingon, Pinot Noir, Chardonnay, etc. Había pate de foi, caviar,
pierna de cordero, entre otras delicatessen. La sala de la comida aún estaba vacía,
solo estaba la madre del hijo del rey, y el hijo: Lucas. La madre, Esmeralda
Cortez de Castilla, una mujer de rasgos
no muy agradables, pues los genes de su familia no eran muy buenos por haber
practicado la endogamia. Tenía la
mandíbula exageradamente prominente. Y en su familia ya tenia parientes que
sufrían la hemofilia. En el niño no se notaban rasgos de deformación, y tampoco
se sabía si tenía alguna enfermedad hereditaria. La madre lo estaba viendo con
ojos de ternura.
De pronto se empezaron a escuchar las risas de los huéspedes
acercándose a la sala donde procedía la cena. El niño estaba dormido.
Esmeralda, una mujer dura que se le había estremecido el corazón al solo pensar
que la pobre criatura puede ser despertada por los invitados excitados. Agarro
rápido al bebe y se lo llevo a su cuarto acostándolo en la cuna. Le dio un beso
de despedida y bajo a recibir a los invitados. Todos entran alborotados saludan
y se sientan, listos para disfrutar una rica cena. El rey y la reina, claro
estaban sentados en la cabeza de la mesa, la reina del lado derecho del rey.
La mujer del vestido negro no estaba presente en aquella
mesa. Una persona preguntó sobre aquella mujer misteriosa, y se descubrió que,
aunque todos la habían visto y percibido la belleza que radiaba, nadie la
conocía. Levantaron los hombros, y sin darle importancia, tomaron otros temas
de conversación.
Después de una plática muy animada y al vaciar los platos en
la mesa, todos los invitados pedían ver al hijo.
“Yo voy por él, en seguida bajo” – contestó Esmeralda a las
peticiones de los huéspedes. Subió galopando, llena de felicidad para ver a su
Lucas.
La madre regresó con el semblante abatido, no traía al bebé
con ella. La sala se sumergió en un silencio profundo. Nadie tenía idea de que
es lo que sucedía, pero todos percibieron que algo había ocurrido. Con una voz turbada le pidió al marido que la
acompañase al cuarto. El rey frunció el ceño. No comprendía. Se levantó y
siguió a su mujer. Los huéspedes empezaron a susurrar entre si, cuando de
pronto se escuchó como se rompió un cristal. Al rey se le cayó su copa de vino.
Estaba aturdido. De pronto se escuchó el llanto de la mama. De la famosa
Esmeralda Cortez, la señora dura como
una roca, despiadada como Robespierre, estaba soltando lágrimas. Todos
entendieron que esa noche había acabado para ellos y apenas empezado para los anfitriones
de la casa.
Lo que ocurrió es que habían cambiado al bebé. Todos los
bebés se parecen entre sí, pero con este era claro que lo habían cambiado. Definitivamente
alguien se estaba burlando del rey malamente. El bebé que yacía en la cuna era
una niña, no un varón…
ACTO II
Pasaron 6 meses, las búsquedas infructíferas habían cesado.
Se había dado por hecho que la responsable de lo sucedido, o al menos quien
formaba parte de eso era la mujer misteriosa vista en los jardines del palacio.
Sin llamar la atención de nadie, pero a la vez vista por todos. El problema era
que nadie tenía idea quien era. Nadie ha visto aquella faz nunca. Por estar
todos ocupados contándose historias y chistes, ningún invitado vio el rostro apropiadamente.
Solo había una breve descripción del vestido y la complexión de la muchacha.
Un año después todo había regresado a su lugar. La reina
Esmeralda seguía teniendo un peso en el corazón, pero no lo mostraba. Tenía
suprimido el pequeño recuerdo de unos cuantos días con su hijo. Estaba
embarazada de nuevo, con el próximo posible heredero al trono.
ACTO III
Era muy temprano y el rey ya estaba fuera de la casa. Fue de
cacería. Era primavera y muchos animales habían salido de sus guaridas. Mucha
gente lo acompañó acazar, dos compañeros suyos, consejeros de la orden, y otros
3 caballeros que estaban de visita en el palacio. Las esposas se quedaron
charlando y tomando el té en el jardín del castillo.
Fue una caza muy exitosa, aparte de obtener varias liebres y pájaros,
también tuvieron la suerte de encontrarse un venado, a cual le lograron dar un
tiro. Al verse el cielo oscurecer, terminaron la cacería y unos minutos después
ya iban de regreso al castillo. A mitad del camino, los 5 amigos se separaron,
tres se fueron al castillo y el rey con su consejero y mejor amigo, Fernando
decidieron ir al centro de la ciudad.
“Hoy vamos a comer
exquisito! Tengo nuevos camareros contratados, a ver como logran preparar el
venado” – dijo el rey, animado.
“Espero que si pues ya estoy muriendo de hambre. ¿De donde
son los camareros? Hay una provincia donde los preparan pésimo! En vez de
cocerlos los cuelgan al sol y dejan que se cuesca así por días. La carne se
echa a perder así, ¿no crees?”
“No lo sé querido amigo, yo no me he fijado las formas para
preparar comida. ¿Por qué pierdes tu tiempo en eso? Ja – ja – ja”
“Ja – ja. Usted tiene razón mi rey. Pero me encanta comer, eso si. Ja – ja.”
Así siguieron platicando los dos amigos, de toda tontería que
se les venía a la cabeza. Pasa una joven al lado de ellos con unas verduras que
había comprado.
“Mira a esa belleza, a veces no entiendo porque me casé tan
temprano…” – el rey estaba a punto de comenzar a bromear cuando de pronto
sucedió algo inesperado. Los dos amigos fueron rodeados de un aroma muy
atractivo que hizo voltearlos a ambos. Al mirar a la bella mujer que acababa de
pasar, ambos amigos sintieron un escalofrió. El amigo se hecho a perseguir a la
mujer que, claramente, era la misma que la de 16 de octubre, pero entre tanto
gentío era difícil moverse, y después de un rato, la perdió de la vista.
Mientras tanto el rey no se había movido. Se puso pálido como la neblina, todo
se le turbó ante los ojos. Se quedó paralizado unos cuantos minutos. El amigo,
regreso corriendo, con la respiración incontrolada. Fernando no entendía que le
pasaba al rey. Era demasiado rara la influencia en el rey que provocó aquella
aparición. En vez de hacer algo el rey no movió ni un dedo. En vez de
perseguirla, se quedó tieso, como el tronco de un árbol. Era obvio que había
visto más de lo que quería ver. ¿Vio algo que el amigo no alcanzó ver? O tal
vez, sabe algo que nadie más sabe? Si. Mas aun, era su conciencia hablando.
Fernando, impactado por la inmovilidad del rey, se impactó
aún más d el hecho que el rey le pidió que no contara a nadie lo que acaba de
ver. El amigo iba a oponerse, pero la voz y el estado del rey lo convencieron a
aceptar la petición.
Ya estaba oscureciendo cuando regresaron a la casa. El venado
ya estaba listo y todos ansiaban que ya empezara la cena, solo esperaban al rey
con su amigo. En cuanto llegaron, todos fueron a cenar. El rey estaba más
callado que nunca.
La cena fue interrumpida por el maître, que trajo una carta a
Esmeralda. La reina la abrió y la leyó instantáneamente. Su semblante, fue
cambiando pánico y odio.
“18 de noviembre de 1840Esmeralda Cortez de Castilla:Mis más honorables saludos a usted, Fernando y su esposa y a los demás que los están acompañando en la mesa. Al ver la felicidad con la que ha vivido el rey este tiempo sin importar el acontecimiento que la ha matado a usted moralmente, no me deja de otra más que revelarle la verdad. El rey, su esposo, la ha engañado constantemente. Ha tenido amantes a sus espaldas. Supongo que es común en la realeza y tal vez tan común que ya no se le presta atención. Y a mí no me importa ni me afecta si solo hiciera eso. Pero para asegurar que nadie se enterara que tiene amantes, las ha mandado a matar a todas. Incluyendo a mi hermana. Yo fui quien se llevó a su hijo y le dejé a la hija de una criada que no podía mantener a su bebé. Para que me crea, dentro del sobre se encuentra una fotografía del rey y mi adorada hermana. Yo solo quería que el rey sintiera lo mismo que sentí yo al perder a mi hermana. Y la peor pérdida que puede tener el rey es su reputación. Así que, con cabeza en alto y satisfecha de esta carta, me despido. Suerte con su marido”
Así, entre el fin y el principio puede suceder poco o mucho.
Y sin importar eso, nunca se sabe cuando llego el fin. Por ejemplo el cuento ha
llegado a su fin, pero la historia no. El hijo Lucas será reconocido años
después gracias a su resaltante mandíbula. Tendrá 18 años y legalmente puede
tomar el trono.
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